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Muchas veces decimos que tenemos hambre cuando acabamos de comer, esto es muy curioso pero la realidad es que lo que realmente tenemos es sed! Confundir sed con hambre es muy fácil, lo creas o no. Casi siempre un vaso de agua calmará esas ansias que sientes en los momentos en los que no debes comer ninguna de las 5 comidas diarias de tu plan de alimentación. Esto sucede porque la sed es una respuesta química a un desequilibrio de temperatura y líquidos en el cuerpo, el problema es que la señal de que tenemos sed nos llega a través de las mismas hormonas que las hormonas del hambre (principalmente la grelina y la leptina).
Estos ataques de hambre son los que nos pueden llevar a comer cuando realmente no debemos y ganar kilos de más. Esta confusión de sensaciones es una de las más frecuentes si tu dieta incluye productos con calorías vacías como refrescos, bebidas alcohólicas o comida chatarra. Por eso decimos que beber 2 litros de agua al día te ayuda mucho a controlar el apetito y regular la cantidad de alimentos que consumes cada día.
La sed es un mecanismo de defensa que tu cuerpo tiene que avisarte que ya estás deshidratado, esto afecta el funcionamiento de muchos de tus órganos vitales y además te impide perder peso de manera eficiente. Cuando está bien hidratado, su cuerpo puede quemar más grasa porque sus órganos están trabajando a su máxima capacidad sin tener que reducir la velocidad para conservar energía. Beber agua aumenta el oxígeno en el torrente sanguíneo, el oxígeno hace que se queme más grasa almacenada, lo que también hace que nuestro cuerpo tenga más energía.
Es mejor no esperar a tener sed para beber agua. La sed es una señal de advertencia y el cuerpo necesita estar constantemente hidratado. Así que te recomendamos tener siempre cerca un vaso o botella de agua para evitar esas tentaciones fuera de las comidas. Además, recuerda que el hielo en el agua también te ayuda a quemar calorías. ¡Agrega mezcla de bebida diurética de aloe vera para potenciarlo!
